«¿Qué es lo primero que viene a la mente cuando piensas en un conflicto?»
Ken Sande hizo esta pregunta en una conferencia a la que asistí. Podría haber preguntado «qué es lo primero» o «cuáles son las primeras cincuenta cosas». Para mí, todas las respuestas serían variaciones sobre el mismo tema. Odio el conflicto; Quiero huir de eso. Las «cosas» que me vienen a la mente sobre el conflicto son: odiar, detestar y evitar.
Luego preguntó: «¿Cuántas personas pensaron» oportunidad «?
Yo no. No en un millón de años, incluso si pudiera hacer trampa consultando un diccionario o Wikipedia. Para mí, el conflicto es miseria, no una oportunidad. Pero la palabra oportunidad se está hundiendo gradualmente porque está repleta de temas destacados de las Escrituras.
Piensa en esto:
Comience con cómo nuestro Dios, nuestro Padre, reina soberanamente.
Ningún detalle es aleatorio y casual.
Agregue que logrará sus buenos propósitos.
Nos hará más y más como Jesús.
Ahora agregue dificultades.
Nuestros sufrimientos tienen un nuevo significado desde la cruz.
Lo que obtienes es una oportunidad.
Como Dios es soberano y tiene buenos propósitos, las dificultades son oportunidades. Ellos deben ser.
Mucha gente ya ha aprendido esto. Aquí está lo que algunos de ellos han dicho.
Esa «C» en el examen es una oportunidad para vivir por fe en Jesús en lugar de en mis éxitos percibidos.
Ese matrimonio duro es una oportunidad para amar como yo he sido amado.
Ese aborto involuntario es una oportunidad para saber que mi Padre tiene una compasión ilimitada por sus hijos y que puedo confiar en él.
Ese cáncer (y esto es realmente difícil) es una oportunidad para morir bien y mostrarles a mis hijos lo que significa vivir y morir por fe.
Y podríamos seguir. Esa multa de tráfico, ese accidente automovilístico, ese trabajo perdido, ese problema de plomería, ese vecino. . . . cuán diferente sería la vida si nos metiéramos en una «oportunidad» o dos cada día.
No hay un labio superior rígido en estas oportunidades. Las dificultades pueden ser muy dolorosas, y nuestro Padre ciertamente nos anima a hablar de esas dificultades con él. Pero la oportunidad dice que las dificultades, para los hijos de Dios, nunca llegan sin esperanza. Y, con la práctica, podemos descubrir que la esperanza tiene más peso.
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